Durante nuestra estancia en Bruselas, decidimos ir de excursión a la ciudad de Brujas a pasar el día. Una cómoda forma de llegar allí, es en tren que gracias a que somos estudiantes menores de 26 años, pudimos disfrutar del pase Go Pass 10; un billete de tren que se puede compartir entre varias personas que cuesta 50€, y es válido para 10 viajes entre 2 ciudades belgas. El billete, hay que rellenarlo con letras mayúsculas antes de subir al tren ya que si no lo hacen así y pasa el revisor, puede pensar que están intentando ahorrarse el viaje y les puede poner una multa. Para nosotras lo bueno de este pase era que lo compras una vez y una vez llegado a la estación para volver a casa, con que mires de qué anden sale el siguiente tren a tu destino, rellenas el pase en el andén y montas seguido, sin hacer colas. Si son mayores de 26 y no son estudiantes, este mismo pase, cuesta unos 74€. Los fines de semana se rebaja el precio de los billetes para animar a la gente a que se desplace y durante el verano, se puede comprar el Summerpass, un billete que cuesta 7’5€ y vale para un trayecto. Brujas, está situada a 100 km de Bruselas y se tarda 1h más o menos en llegar en tren. Llegamos a Brujas, una soleada mañana de verano, dispuestas a descubrir todo aquello que la gente decía de la ciudad: “Es una ciudad preciosa”, “Es la ciudad más bonita en la que he estado”…y la verdad es que una vez vista la película In Bruges o Escondidos en Brujas (2008), protagonizada por Colin Farrell y Brendan Gleeson, nos ha brindado una oportunidad genial de poder comprobarlo de antemano y sentir aun más curiosidad si cabe de descubrirla por nosotras mismas. Brujas, que su nombre nada tiene que ver con las brujas que vuelan en escoba y que elaboran pócimas, se trata de un nombre que viene del noruego "Bryggia" que significa lugar para embarcar o embarcadero o de la palabra flamenca "Brug", que significa puente. Gracias a los numerosos canales que pasan bajo los puentes de la ciudad, Brujas también es conocida como: La Venecia del Norte. Salimos de la estación y nos dirigimos al centro histórico de la ciudad, declarado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en el año 2000. Disfrutamos de sus casitas coloridas y acogedoras, tranquilas calles, hasta topar con el primer lugar de interés turístico: La Catedral de San Salvador, Sint-Salvatorskathedraal. Un edificio de líneas simples que merece la pena visitar. Después de entrar a unas cuantas iglesias en nuestra estancia en Bélgica, me pareció curioso llegar a la conclusión de que la mayoría tenía unos exquisitos púlpitos y unos llamativos órganos. A la salida de la Catedral, empezamos a fijarnos en la calle que teníamos enfrente y nos dimos cuenta de que se trataba de una de las calles comerciales más importantes de Brujas; Zuidzandstraat y Steenstraat. Las tiendas de marcas internacionales se agolpaban en estas calles. Algo que me gustó bastante fue el hecho de que la mayoría de las tiendas, por muy internacionales que fuesen, se hallaban en las típicas casitas flamencas. Siguiendo la calle Steenstraat, llegamos al Markt, al mismísimo corazón de la ciudad que data del s. XIII y donde se encuentra su famoso Campanario de 80 m: el Belfort. Markt, es una plaza de lo más bulliciosa, o por lo menos cuando nosotras la visitamos. Había una larga cola en la que la gente esperaba ansiosa a que le llegase el turno para subirse a uno de los numerosos coches de caballos que atestan el centro histórico. Un paseo de unos 35 minutos, para unos 5 adultos cuesta unos 36€ e incluye explicaciones de algunos de los edificios más emblemáticos que se encuentren a su paso, a cargo del cochero, claro. Otras muchas personas, disfrutan de las terrazas al aire libre y aquellos valientes que desean ver la ciudad desde lo más alto del Campanario, que hagan unos pequeños estiramientos antes de subir las 366 escaleras que separan el campanario del suelo (Precio 5€). Tanto si deciden subir como si no, no duden en quedarse un rato en la plaza Markt a oír el carrillón de las 47 campanas del campanario que suena cada 15 min y es aun más espectacular a las horas en punto ya que un hombre se dedica a tocarlo manualmente, seguro que les gusta. Salimos de la Plaza Markt para dirigirnos a la Plaza Burg, lugar donde se encuentra el Ayuntamiento de Brujas, Stadhuis y la Basílica de la Santa Sangre, Heilig Bloedbasiliek. Empezó a chispear, y decidimos a entrar al Ayuntamiento a la espera de que escampara un poco y de mientras, tuvimos la oportunidad de ver unos grandes cuadros colgados de sus paredes entre los que se encontraba un cuadro de Napoleón. Seguido, quisimos entrar a la Basílica de la Santa Sangre, peeero, tiene unos horarios algo reducidos, aquel día solo abría de 14:00-16:00. Para más información acercaros a la puerta a verificarlo. Y el caso fue que no estaba abierto por lo tanto, decidimos callejear por las calles y buscar un restaurante en el que comer, descansar un poco y resguardarnos de las inclemencias del tiempo. Después de dar mil y un vueltas, decidimos ir al restaurante Grand Kaffee de Passage, un restaurante muy conocido entre los turistas en el que se sirven platos tradicionales por poco dinero y que merece la pena según un montón de guías de viaje, pero que estaba cerrado cuando fuimos. Así pues, decidimos seguir buscando, pero en esa misma calle, a unos metros de distancia, dimos con la cafetería Juliette’s (calle Dweerstraat, 15). Se trata de un local, con una decoración sumamente cuidada en el que la atmósfera es de lo más agradable y está regentado por unas simpáticas mujeres. Aquí se sirven desde desayunos hasta sándwiches y ensaladas. Los sándwiches son sanísimos y están acompañados de una ensaladita. En cuanto a precios, el sándwich más caro, el Croque Madame con ensalada, cuesta unos 9€ y la ensalada más cara, la Julliete’s, unos 13€. ¡Ah! Y tiene terracita, en la que se puede comer si el tiempo acompaña, pero que en nuestro caso no fue así ya que empezó a jarrear una vez estando nosotras dentro y cuando salimos. Y cómo no, íbamos de Tourists, sin paraguas y con sandalias, por lo que corrimos a la calle comercial que se encuentra al lado, Zuidzandstraat y entramos al H&M en busca de un paraguas barato. Nos compramos el paraguas y acto seguido, salimos a la calle cuando para nuestro asombro, lucía un sol espléndido, es decir, fuimos víctimas de una tormenta de verano, e hicimos la compra más absurda del viaje, ya que no llovió más, en fin… Dimos una vuelta, y nos dirigimos hacia la Basílica de la Santa Sangre antes de que la cerrasen. Ya eran casi las 15:40, y corrimos antes de quedarnos sin visitarla, ya que sentíamos gran curiosidad por ver de qué se trataba. ¿Santa Sangre? Sí, pero...sangre, embotada, seca, líquida…¿cómo?. A la entrada de la Basílica un cartel colgaba: “Be aware of Pickpockets” (estén atentos de los carteristas), y pensé hay que ser muy desgraciado para robar en una Iglesia, pero bueno, está bien saber que hasta en ese lugar hay chorizos, y andarse con un poco de cuidado. La Basílica se encuentra subiendo unas escaleras, como si estuviese en un primer piso. Se trata de una Basílica pequeñita, que tiene las paredes pintadas, en las que se cuenta la historia de cómo vino a parar la Reliquia en cuestión desde Jerusalén hasta aquí. En la zona de la derecha tiene un altar en el que se encuentra un cura. En principio vimos una cola y decidimos plantarnos allí a ver qué pasaba. Nos dimos cuenta que esa cola era para “adorar”, en nuestro caso: ver de qué se trataba este asunto de la Santa Sangre. Por fin llegó nuestro turno, subimos al altar y el cura nos mostró una especie de cápsula que según la leyenda, contenía la Sangre de Cristo que fue traída desde tierra Santa por Thierry de Alsacia, un conde de Flandes, durante la Segunda Cruzada (años 1147-1149). La entrada a la Basílica es gratuita, pero la gente que desea ver la Sangre da un donativo que tal y como recuerda constantemente un altavoz dentro del recinto, se destinará para el mantenimiento de la Basílica. Si son devotos de este tipo de cosas, les diré que el primer lunes después del 2 de mayo, tiene lugar la procesión de la Santa Sangre en Brujas, en el que los lugareños se visten con ropajes de la época de las cruzadas y pasean la reliquia por sus calles. A la salida de la Basílica vimos que había una puertita a la que la gente entraba, y decidimos hacer una de: allá donde fueres, haz lo que vieres, y decidimos entrar. En su interior, se encuentra una pequeña Iglesia de estilo Románico: La Iglesia de San Basilio. Por si alguno se lo imaginaba, sí, en este caso, hay algo curioso, las dos iglesias están superpuestas, una se encuentra encima de otra, podríamos decir. Tras descansar un poco y curiosear un rato, salimos. El precio de la entrada, es gratuito. Ahora bien, después de estar calladas bastante rato diría yo, empezamos a comentar, las cosas que habíamos visto. ¿Qué hay de verdad en todo esto? Según la Biblia, no se preserva la sangre de cristo, pero según la leyenda, José de Arimatea, el mismo que limpió el cuerpo de Cristo al bajarlo de la cruz, preservó unas gotas de su sangre...(Que cada uno saque sus propias conclusiones). Otra curiosidad; alguno que haya visto la película de “Escondidos en Brujas” y haya estado en la Basílica de la Santa Sangre, se preguntará: ummm…la Iglesia de la película, y la de verdad, ¡no son la misma! En efecto querido Watson, la Iglesia de la película, se trata de la Iglesia de Jerusalén, Jeruzalemkerk; una iglesia que perteneció a una familia de mercaderes de Génova que se asentaron en Brujas y que hoy en día sigue siendo de propiedad de sus descendientes. Decidimos dejarnos llevar, y empezamos a andar, cuando en una estrecha zona de la calle Mariastraat, casi nos atropellan a unas 7 personas: una bici y un coche de caballos. ¡Si es que hay que andarse con mil ojos! En cuestión de segundos más de uno, nos quedamos asustados, ya que en un lugar tan concurrido y estrecho como éste, era impensable que los bicicleteros y los cocheros, no tuvieran ningún tipo de cuidado y fuesen a toda leche, por lo que, al loro. En nuestro periplo, topamos con la Iglesia de Nuestra Señora, Onze-Lieve-Vrouwekerk, el segundo edificio hecho con ladrillos más alto del mundo. En su interior se encuentra La Virgen con el Niño de Miguel Ángel hecha en mármol. Siguiendo la calle, pasamos por un canal en el que vimos que salían los tours en barco por los canales de la ciudad. El precio de los tours ronda los 6’90€ y duran unos 30 min. El sol, empezó a brillar con fuerza, y decidimos retomar fuerzas con unos helados y seguimos curioseando por la calle Katelijnestraat, hasta dar con una de las mejores tiendas de cómics que he visto nunca, se llamaba De Striep. Entramos y nos encantó, tenía montones y montones de cómics en un montón de idiomas y lo que más nos gustó fue la gran colección de ilustraciones que tenía de Tintín. Si lo llego a saber, me hubiese comprado una, ya que eran más originales que los que vi en las tiendas de Bruselas. Al final de la calle, llegamos a un parque con árboles muy frondosos. En un momento pensé que nos habíamos perdido, pero se trataba de un lugar que también hay que visitar en Brujas, en parque Minnewater. En un día de calor, la verdad, un paseo y un descanso aquí, es todo un lujo. Y aquí acabó nuestra visita a Brujas, pero antes de despedirme, me gustaría recomendar unas últimas visitas que pueden resultar interesantes:
Y por último, no quisiera olvidar de algunos dulces recuerdos que es posible comprar en Brujas. En primer lugar, el chocolate, disponible en muchos rincones de la ciudad (tienen disponible más información en un post dedicado a Bruselas) y en segundo lugar los Speculoos, unas galletitas de azúcar moreno y especias (en su mayoría canela) que las venden en la época de Navidad (aquí celebran San Nicolás el día 5 o 6 de Diciembre), aunque pueden encontrarse también fuera de época, están deliciosas. Post publicado previamente en www.travelblog.org, el 23 de Diciembre del 2010.
3 Comentarios
7/8/2012 14:15:55
Hola Dany!
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Ok, entonces nos tocará comprar el de 74 euros porque María cumple dentro de poco los 26... :(
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9/8/2012 13:57:49
Hola Dany! Tu comentario se publicará tras haber sido aprobado.
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