La visita a Rocamadour surgió mientras visitábamos El Périgord. Cuando decidimos visitarla, no encontramos demasiada información acerca de ella, a pesar de ser uno de los enclaves más visitados de Francia, tras Paris-Versailles y el Mont Saint Michel. Como bien decía en este artículo, nuestra base de operaciones se encontraba en Périgueux y más o menos se tarda entre 1h30min-2h en llegar por carretera. Si se va desde Sarlat, queda mucho más cerca: alrededor de 1h.
Nuestra visita comenzó en la parte más alta de la ciudad donde hay un parking. En este lugar se puede captar la hermosura del lugar y su característica verticalidad. Desde este punto, y por un caminito serpenteante, dando un agradable paseo entre árboles y vegetación, bajamos hacia el nivel intermedio, donde se encuentran las capillas y la basílica. A primera vista asombra la mimetización de los edificios construidos con el hombre y la propia roca del acantilado sobre el valle Alzou: es asombroso.
Existen ascensores que conectan los tres niveles. El primer ascenseur conecta la Grand Rue y el Sanctuaire y cuesta 2’1€ el billete simple, y 3’1€ la ida-vuelta. El segundo ascensor, el ascenseur incliné, conecta el Sanctuaire y el Château –o castillo- y el billete simple cuesta 2’6€ y el de ida-vuelta 4’2€. Como en nuestro caso, acabábamos de comer, decidimos subir al segundo nivel poquito a poco, por lo que comenzamos nuestra ascensión en las escaleras que se muestran en la figura –donde aparece la señal de tráfico-. En el plano adjunto se pueden ver todos los caminos de la ciudad, incluyendo el que realizamos nosotras, desde Porte du Figuier hasta l’Esplanade Michelet, de donde sale el ascenseur incliné. En segundo tramo, algo más largo y empinado, lo recorrimos en el ascenseur incliné. Una de las mejores –o típicas- compras que se pueden hacer durante la visita es el queso –fromage- Cabécou de Rocamadour, con denominación de origen AOC. Se trata de un queso hecho con leche de cabra, de tamaño pequeño y forma redonda, tiene bastante grasa –sobre un 45%- y es muy cremoso. Tras dar un paseo y curiosear por las tiendas, salimos por una de las puertas medievales –Porte du Figuier- de la ciudad para volver poco a poco a subir hacia nuestro punto de partida –que en estos momentos estaba a 150 metros de altura, nada más y nada menos-. Aviso especial para la gente con vértigo. No paguéis la entrada –cuesta 2€- para acceder a las murallas del Château o Castillo, mejor ahorrarlo; ya que la sensación de vértigo es enorme. Desde aquí se puede obtener una buena panorámica del valle y la ciudad que se encuentra a los pies. No es de extrañar que la situación del Castillo fue clave para defender la ciudad –y su Santuario- de posibles ataques. MontgolfiadesiSi hay una fecha en la que merezca la pena visitar la localidad por su magia, es el último fin de semana de septiembre –consultar fechas aquí- donde se celebra un encuentro de globos aerostáticos o Montgolfiades –Montgolfier significa globo aerostático en francés-. Este 2016, las fechas del encuentro son el 24 y 25 de septiembre. El pasado año, casi 50000 personas se dieron cita en el encuentro para presenciar el vuelo de entre 25 y 30 globos sobrevolando el valle Alzou. Podréis encontrar más información aquí. Si alguien quisiera volar en globo en Rocamadour, puede ponerse en contacto con el club de Rocamadour Aerostat a través del siguiente formulario. ¿Os ha gustado el artículo?
|
¡síguenos!Contactonongogoa[arroba]live.com
Categorias
Todos
Filosofía
|